Sin alma
Virginia Orofino Gómez. València.
Había acudido a un centro de acogida de animales a las 10 am (hora de apertura del centro), con la intención de entregar unas mantas y poder dedicar tiempo a conocer mejor a tres perritos que habían llamado mi atención para adoptar.
¿Cuál fue mi sorpresa? Llegar tan ilusionada y recibir por parte de una trabajadora de allí una actitud despectiva hacia mí, rozando casi la mala educación, diciéndome que hasta las diez y media no podrían atenderme y que no era posible interesarme por un perrito y luego volver al día siguiente queriendo ver a otros. Le explico que no había cambiado de opinión, que simplemente quería pasar más tiempo con ellos para decidir mejor. Le pedí, por favor, que me dejara pasar al menos a las 10, ya que estaba cargada de mantas y el sitio estaba en medio del campo. Casi riñéndome, dijo que no.
Cogí mis mantas, junto con mis ganas de adoptar un perrito de allí, y me fui. Siento pena por ese perrito al cual podría haberle dado un hogar, por esas mantas que nadie cogió y por la falta de empatía y compasión de algunas personas para con la gente que solo quiere colaborar. Virginia Orofino Gómez. VALÈNCIA.
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